8 de noviembre de 2013

En busca de una nueva cultura



El día 28 de octubre se presentó en la Sala Berlanga el Anuario SGAE 2013, que sigue siendo sin duda la radiografía más precisa del sector de la cultura española. Como ya han pasado varios días y se han publicado un buen montón de reseñas de la jornada, titulada El sector cultural a debate, voy a limitarme a señalar algunas cuestiones que me han llamado la atención, tanto entre los datos como en las opiniones vertidas en el encuentro.


Francisco Galindo señaló, al presentar el anuario, que buena parte de la crisis de la cultura viene por la desaparición del sector público. Hemos pasado de tener una cultura que dependía de los poderes públicos (con todos los problemas de caciquismo y nepotismo que esto implica) a ver que las instituciones se hacen a un lado y, por supuesto, el sector privado no cubre el hueco. Las instituciones públicas no sólo han dejado de ser productoras de cultura, sino que también han dejado de ser consumidoras: no es que se hayan acabado las subvenciones, sino que se han acabado los espectáculos financiados. Los liberales estarán felices: es una perversión financiar la cultura, debe ser el mercado el que establezca qué cosas interesan y cuáles no.


Pero lo bueno de los informes es que permiten cruzar datos y sacar conclusiones que no son evidentes. Resulta que el 78% del consumo de artes escénicas se realiza en Madrid y Barcelona. Es decir, que el resto de España se reparte un 22% de obras de teatro, danza, opera… Es decir, no hay mercados locales. Si el Estado sigue en esta línea de abandonar el sector a su suerte, está condenando a la mayoría de los españoles a la incultura.

Sin embargo, no es del todo exacto decir que el Estado no se preocupa de la cultura. Desde que se ha implantado el 21% de IVA en la cultura, es el Estado quien se lleva la parte del león de la recaudación de cualquier espectáculo, como bien ha explicado Juan Puchades en EFE EME.

Con esta ampliación del IVA se ha recaudado un 6% más por espectáculos, pero se ha dejado de recaudar un 9%, debido a que muchos proyectos no se han llegado a realizar debido al aumento de costes. Y no hablemos de los problemas sociales y presupuestarios que está causando la inacción pública: empresas que cierran, recortes de plantillas… Y no hablamos sólo de artistas: si se deja de programas exposiciones dejan de ganar dinero los transportistas, los montadores, la compañía de seguros, el que fabrica los marcos, la gente de la limpieza, los gestores culturales y, si, el fotógrafo.


Nuevas formas de autoría sin hueco en la ley


Rafael Sánchez Aristi hizo un breve repaso a los cambios que se avecinan en la Ley de Propiedad Intelectual. De forma interesante, afirmó que sería importante saber quiénes son los actores sociales que están impulsando determinados cambios en la ley, quienes hacen aportaciones en el proceso de exposición pública, a quienes escuchan los diputados… Creo recordar que hace poco se aprobó una Ley de Transparencia que no parece que vaya a frenar el juego de los lobbys.


En la sesión dedicada a la propiedad intelectual estuvo permanentemente presente, como una sombra, el desafio que supone para la conceptualización clásica de la propiedad intelectual lo que se ha dado en llamar “contendios generados por los usuarios”. Mientras que Patrich Ager, de la European Composers and Songwriters Alliance, defendió la necesidad de recuperar la narrativa de que el copyright es un estímulo a la creación, Sánchez Aristi reconoció que las reformas de la ley actual no van en la línea de incorporar las nuevas formas de creación surgidas en la web. Aunque matizó que la etiqueta “contenido generado por el usuario” es aún confusa, abarca tanto la mera subida de una canción a YouTube como un video casero que usa fragmentos de canciones o películas de las que el usuario no es derechohabiente. 




La actual situación está generando situaciones paradójicas, como la de Tay Zonday, uno de esos chavales anónimos que de repente se convierten en estrellas de la red, después de que más de 80 millones de personas hayan visto su tema Chocolate rain. En este caso, pone en diálogo su gravísima voz con el Call me maybe de Carly Rae Jepsen (una de las canciones más versionadas en los últimos años): sus 5.774.000 visitas en YouTube están generando regalías a Universal mediante su acuerdo con YouTube, pero el chaval no se está llevando nada por la misma razón: no tiene fuerza negociadora con YouTube.

Una pregunta incómoda

¿Dónde están los autores jóvenes cuando se debate sobre el sector de la cultura? En esta jornada escuchamos a Fermín Cabal, Mercedes Ferer, David Campillo, Alex de la Nuez... que no son, precisamente, recién llegados. ¿Es que la crisis se los ha llevado a todos por delante? ¿Es que las prácticas institucionales no les dan espacio? Sea la que sea la respuesta, creo que sería sano que se escuche más diversidad de voces entre los creadores.

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